«La evaluación del sistema educativo se orienta a la permanente adecuación del mismo, a las demandas sociales y a las necesidades educativas. Se aplica sobre los alumnos, el profesorado, los establecimientos escolares y los procesos educativos» (Cid Guzmán, 1994).
Toda evaluación es necesaria para una posible mejora, un posible cambio. Es así como el profesor quien actúa como transmisor de conocimientos, precursor de procesos de enseñanza y aprendizaje, colaborador con otros profesionales, necesita una reflexión pedagógica sobre su trabajo. Una evaluación de sí mismo que permite progresar y perfeccionar su trabajo docente.
Es especialmente grave mantener la evaluación como sinónimo de calificación, clasificación y promoción del alumnado. Esto supone limitar y despreciar todas sus potencialidades como reguladoras de la experiencia de aprendizaje en el aula, de retroalimentación para modificar el diseño curricular, para guiar la práctica docente, y, en definitiva, para conocer las dificultades de los alumnos para aprender y obtener información sobre las ayudas más pertinentes que deben suministrarse. Lo importante es que los estudiantes aprendan, que construyan activa y significativamente los aprendizajes; y la evaluación, al igual que las demás decisiones curriculares, debe colaborar en el logro de ese propósito.Concepto de evaluación:
Al igual que en muchas otras áreas existen variados enfoques referentes al tema de la evaluación. Sin embargo tratando de sintetizar diferentes posiciones, se propone el siguiente concepto: «un proceso constante, sistemático, dinámico que pretende la objetividad, a través del cual se emite un juicio valorativo que ayuda a la determinación de nuevas alternativas de decisión, en relación a los diferentes agentes y elementos del currículo» (Peralta, 1996).
Al desglosar este concepto, aparecen a lo menos dos aspectos importantes de destacar. Por una parte, se plantea la objetividad como un requisito deseable de alcanzar, pero que a la vez no se puede lograr plenamente por más que se tomen todas las precauciones para velar por ello, ya que no puede dejar de estar presente siempre un cierto nivel de subjetividad, por lo menos mientras la evaluación sea un proceso que realice una persona. Este planteamiento, que ha sido obtenido de un fundamento sicológico–humanista, en cuanto a que el trasfondo intelectual y afectivo siempre estará en juego en todas las acciones que una persona realice, no debe ser tomado como un elemento negativo. Más bien correspondería reconocer el tipo de subjetividad que se presenta, y aprovecharla en todas aquellas situaciones en que se requiere y, en un sentido opuesto, tenerla presente para disminuir su efecto. Pero desconocer la subjetividad es negar una parte esencial de cada persona.
Del mismo modo, «hace alusión al enfoque más actual de la evaluación, el considerarla como un proceso que se lleva a cabo a través de un procedimiento, el que se descompone en tres subprocesos o etapas: la medición, la evaluación propiamente tal, y la formulación de sugerencias para próximas tomas de decisiones» (Peralta, 1996).
Enfoque Actual:
Para mayo información te recomendamos el siguiente video que habla de la evaluación educacional
http://www.youtube.com/watch?v=nFR25XdvoOs
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