En la práctica educativa, la evaluación cumple fundamentalmente dos grandes funciones:
• La función pedagógica
La función pedagógica de la evaluación permite:
a. La identificación de las capacidades de los alumnos, tales como conocimientos, competencias, actitudes y vivencias valorativas; sus estilos de aprendizaje, sus hábitos de estudio, entre otra información relevante, al inicio del proceso de enseñanza y aprendizaje.
b. La predicción del desenvolvimiento futuro de los alumnos a partir de las evidencias o información obtenida. Facilita la estimación del logro de determinados aprendizajes.
c. La estimulación y motivación a los alumnos para el logro de nuevos aprendizajes. Refuerza y recompensa el esfuerzo, haciendo del aprendizaje una actividad satisfactoria. Favorece la autonomía de los alumnos y su autoconciencia respecto a cómo aprende, piensa, atiende y actúa.
d. El seguimiento oportuno del proceso de enseñanza-aprendizaje con el fin de detectar logros o dificultades para aplicar las medidas pertinentes que conduzcan a su mejoramiento.
e. La reflexión en torno a los resultados alcanzados y a los procesos de enseñanza desarrollados al término de un período determinado.
• La función social-acreditativa
Pretende esencialmente determinar qué alumnos han logrado los aprendizajes necesarios para poder acreditarles la certificación correspondiente requerida por la sociedad en los diferentes niveles o modalidades del sistema educativo. Por esta razón, se considera que esta función tiene carácter social, pues consta y/o certifica el logro de determinados aprendizajes al término de un período, curso o ciclo de formación, para la promoción o no a cursos inmediatos superiores o para la inserción en el mercado laboral.
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